En 1978, una fotógrafa médica llamada Janet Parker se convirtió en la última persona en morir de viruela. La oficina en la que trabajaba en la Escuela de Medicina de la Universidad de Birmingham en Inglaterra, estaba conectada por un conducto de aire sin filtrar a un laboratorio donde se estudiaban muestras de viruela. Una de las cepas más mortíferas de la enfermedad viajó a través de este conducto, donde infectó a Janet y la mató varios días después.
Explicación completa
La viruela está considerada universalmente como uno de los virus más mortíferos que jamás hayan existido, habiendo matado a unos 300-500 millones de personas a lo largo de la historia. En la década de 1970, la Organización Mundial de la Salud (OMS) promulgó un programa de vacunación destinado a erradicar la enfermedad de una vez por todas. Como resultado de esto, se encargó a los laboratorios de investigación de todo el mundo el estudio de la enfermedad. Uno de estos laboratorios estaba en la Escuela de Medicina de la Universidad de Birmingham en Inglaterra.
En la habitación de arriba del laboratorio estaba la oficina de Janet Parker, una fotógrafa médica empleada por la universidad. El 11 de agosto de 1978, Parker se enfermó de un dolor de cabeza y muscular y desarrolló lo que ella pensó que era un simple sarpullido benigno. Al ser admitida en el hospital el 24 de agosto, se le diagnosticó una de las cepas más letales de la viruela, Variola major , a pesar de haber sido vacunada contra ella en 1966. Más tarde se concluyó que Parker había sido infectada con la enfermedad después de que partículas de ella viajaran por un conducto de aire que conectaba su oficina y el laboratorio.
Menos de tres semanas después, el 11 de septiembre, Janet murió. En respuesta, el gobierno británico abrió una investigación sobre la muerte. Los resultados fueron sorprendentes. Resultó que el laboratorio había sido inspeccionado previamente por el Grupo Asesor de Patógenos Peligrosos, que recomendó que el laboratorio permaneciera abierto a pesar de las numerosas insuficiencias en sus medidas de seguridad y en el programa de capacitación del personal. Además, se demostró que el académico responsable de dirigir el laboratorio -el profesor Henry Bedson, que se suicidó el 6 de septiembre a causa del brote- había mentido a la OMS sobre las investigaciones que se estaban realizando en las instalaciones, manteniéndolas abiertas a pesar de que sabía que no cumplían las normas de seguridad.
Más información
La Cámara de los Comunes: Informe de la investigación sobre la causa de la aparición de la viruela de Birmingham en 1978.
La viruela asusta: Hugh Pennington