“El ritmo lo es todo en el boxeo. Cada movimiento que haces comienza con tu corazón, y eso está en el ritmo o estás en problemas”. -Azúcar Ray Robinson
Antes de defender su título de peso welter en 1947, el boxeador Sugar Ray Robinson soñaba con matar a su oponente. Aceptó continuar con la pelea sólo después de ser convencido por un sacerdote de que todo iba a estar bien.
Esa noche, fiel a su pesadilla, Sugar Ray Robinson mata a su oponente Jimmy Doyle de 22 años.
La premonición de Sugar Ray
Desde la corrupción de figuras como Don King, el boxeo ha experimentado un fuerte declive, pero una vez fue uno de los deportes más populares. Una de las mayores estrellas de la época pasada fue Sugar Ray Robinson (nacido Walker Smith Jr.), un campeón de peso medio que dominó a mediados del siglo XX. Sugar Ray ha sido citado por muchos (incluyendo a sus compañeros de boxeo Muhammad Ali, Joe Louis y Roberto Durán) como el mejor peleador peso por peso de la historia.
En 1947, mientras luchaba como peso welter, Robinson se enfrentó a un hombre llamado Jimmy Doyle en Cleveland, Ohio. La noche anterior a su combate, Sugar Ray tuvo un sueño horrible, en el que mataba a Doyle en el ring con un gancho de izquierda. Aterrorizado, se negó a pelear hasta que los promotores consiguieron que un sacerdote católico le asegurara que su premonición era infundada.
Jimmy Doyle nunca tuvo una oportunidad. Hizo un valiente esfuerzo, ganando la sexta ronda, pero Robinson lo venció contundentemente. En el octavo asalto, Sugar Ray desató un gancho de izquierda que lanzó a Doyle a la colchoneta. Fue llevado al hospital St. Vincent Charity, pero murió unas horas después.
Se habló de acusar a Robinson de homicidio, pero no se materializó ningún cargo. Sugar Ray estaba profundamente afectado por el incidente. Cuando supo que Doyle había estado ahorrando dinero para comprarle una casa a su madre, estableció un fideicomiso para cuidarla durante los próximos 10 años. Jimmy Doyle sólo tenía 22 años.