El 26 de febrero de 1822, un barco chatarra llamado Tek Sing se hundió bajo las traicioneras aguas del Mar de la China Meridional, cobrando cientos de vidas junto con un vasto cargamento de porcelana antigua. No sería hasta más de 150 años después que sería redescubierto y su sorprendente carga traída a la superficie.
Explicación completa
El Tek Sing, que significa “Verdadera Estrella”, era un vasto y magnífico barco de chatarra que operaba en y alrededor de las concurridas rutas comerciales del Mar de la China Meridional durante el siglo XIX. Su propósito era transportar grandes cantidades de carga entre los diferentes puertos de la zona, donde luego era comprado por los comerciantes y pasaba al mercado de consumo europeo.
El Tek Sing emprendió su fatídico viaje desde el puerto de Amoy, una asombrosa colmena de actividad en su día, viva con los gritos de los marineros y bulliciosa con docenas de barcos, muchos de los cuales estaban adornados con banderas y estandartes de colores brillantes utilizados para la identificación. El Tek Sing llevaba 1.600 inmigrantes chinos y 200 miembros de la tripulación. Su bodega estaba cargada de porcelana de alta calidad, recién salida de los hornos locales y destinada a los mercaderes de Batavia, ahora conocida como Yakarta. Normalmente el barco habría estado acompañado por otros barcos, pero en esta ocasión el Tek Sing estaba en un viaje en solitario.
El viaje fue duro e implacable, y la moral de la tripulación se tambaleó. Después de un mes de dura navegación, el capitán del barco decidió tomar un atajo a través del Estrecho de Gaspar. Esta decisión precipitada resultaría fatal. Navegar por el estrecho era una tarea difícil incluso para el más hábil de los capitanes, y no pasó mucho tiempo antes de que el barco encallara. El barco chocó contra un arrecife a tal velocidad que las rocas dentadas rompieron un agujero en el casco de madera, inundándolo con agua de mar y arrastrándolo a las profundidades. En pocos minutos, se sumergió bajo las olas, con su tripulación y su carga atrapados en la bodega.
A la mañana siguiente, los miembros de la tripulación de un barco de la India Oriental que viajaba entre Indonesia y Borneo notaron escombros flotando en las aguas cercanas al arrecife. No pasó mucho tiempo antes de que descubrieran el barco afectado. Se lanzó una operación de rescate y aunque se salvaron 190 personas, más de 1.000 habían perecido. La tragedia del Tek Sing y su viaje final marcaron el final de una larga y asombrosa tradición marítima china, y pasarían muchos años antes de que el Tek Sing se encontrara de nuevo.
Más de 150 años después, el 12 de mayo de 1999, el experto en salvamento marítimo Michael Hatcher redescubrió el pecio. Utilizando los registros que había escrito el capitán que encontró por primera vez el Tek Sing, fue capaz de señalar su ubicación y comenzar una operación de rescate. Él y su tripulación trabajaron incansablemente para sacar del barco aproximadamente 300.000 piezas de porcelana antigua. La impresionante carga del Tek Sing fue catalogada en un proceso meticuloso que llevó semanas. Debido a la gran pérdida de vidas, muchos de los chinos que ayudaron en la operación de salvamento se negaron a manejar el cargamento recuperado, temiendo que fuera maldecido por los que habían muerto en el naufragio. El Tek Sing se conoce ahora como el Titanic de Oriente. Su historia es un conmovedor recordatorio de una época pasada y un testimonio de los hombres que navegaron por el Mar de la China Meridional.
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Crédito de la imagen destacada: El Legado del Tek Sing, de Nigel Pickford y Michael Hatcher.
Viaje final, por Jonathan Eyers
El Mar del Dragón, de Frank Pope