“Al casarse, hágase esta pregunta: ¿Crees que serás capaz de conversar bien con esta persona hasta tu vejez? Todo lo demás en el matrimonio es transitorio.” -Friedrich Nietzsche
En los estudios que analizan el impacto de las diferencias de edad en las relaciones, se ha descubierto que no sólo aumenta la probabilidad de divorcio, sino que también afecta a la duración de la vida. En las parejas con un hombre mayor y una mujer más joven, la longevidad del hombre suele aumentar en los estudios, mientras que la de la mujer disminuye. Cuando ocurre lo contrario y la mujer es mayor, su esperanza de vida también disminuye en los estudios. Sin embargo, esto no significa que el matrimonio sea algo malo, ya que la esperanza de vida de los casados es mayor que la de los solteros.
Explicación completa
Cuando se trata de relaciones, las diferencias de edad son algo muy difícil de juzgar. Si hay demasiados años entre una pareja, la gente hablará. ¿Pero qué constituye “demasiados años”? Existen diversas opiniones al respecto, pero algunos estudios señalan las extrañas consecuencias de casarse con alguien unas décadas mayor (o menor) que tú.
Un estudio encontró una aparente correlación entre las diferencias de edad y la probabilidad de divorcio, afirmando que cada aumento de cinco años en la diferencia de edad lleva a un aumento de hasta un 18 por ciento en la probabilidad de que una relación termine en divorcio. Cuando llegas a una diferencia de edad de 20 años, ya tienes un 95 por ciento más de probabilidades de divorciarte. Eso se basa en datos recogidos de 3.000 estadounidenses.
Otro estudio, realizado en el Instituto Max Planck de Investigación Demográfica, examinó la forma en que la participación en una relación de diferencia de edad repercute en la duración de la vida de las parejas. Esta vez, más de 1,8 millones de personas casadas (de Dinamarca) formaron parte del estudio, y lo que encontraron fue una especie de espada de doble filo.
Para los hombres que tenían una esposa más joven, era probable que su longevidad aumentara. Sin embargo, para la otra pareja, tener un cónyuge mayor se correlacionaba con una vida más corta. Incluso brechas de edad relativamente pequeñas de sólo uno o dos años parecían afectar las tasas de supervivencia. Curiosamente, una de las razones que da el estudio para este patrón es que cuanto más sano está un hombre, más probabilidades tiene de atraer a una mujer más joven y de aumentar la diferencia de edad mientras vive hasta una edad más avanzada.
Cuando el hombre era más joven, sin embargo, el patrón no se mantuvo. Las mujeres en el estudio todavía parecían tener el extremo corto del palo. Cuando las parejas se separaron por una brecha de edad de siete a nueve años con la mujer siendo mayor, su riesgo de mortalidad aumentó en 20 por ciento.
Una de las explicaciones ofrecidas sugería que la idea de una mujer mayor y un hombre más joven podría ir en contra de lo que la mayoría de la gente considera aceptable, y podría dar lugar a más estrés, menos apoyo social y un mayor impacto negativo en su salud.
Al final, el estudio determinó que la asociación más beneficiosa -estadísticamente hablando- para las mujeres es aquella en la que ambos miembros de la pareja tienen la misma edad o están cerca de ella.
La Universidad de Turku en Finlandia encontró una fórmula que parecía más equilibrada. Bueno, siempre y cuando seas uno de los Samis y vivas entre los siglos XVII y XIX. Se hizo una encuesta y estudio de los registros de la iglesia para tratar de encontrar la perfecta brecha de edad. (El período de tiempo del estudio fue elegido para eliminar cualquier impacto que la medicina moderna pudiera tener).
Los investigadores descubrieron que, si bien las diferencias de edad llegaban hasta los 25 años (el promedio era de tres), la diferencia de edad óptima -determinada por el número de niños sanos que sobrevivían hasta la edad adulta- era de 14,6 años, siendo el hombre mayor.
Cuando se actualiza a la era moderna, eso se reduce a seis años.
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