“Nunca me ha gustado Francia o los franceses, y nunca he dejado de decirlo.” -Adolf Hitler
Las personas que visitan París por primera vez se ven ocasionalmente afectadas por un trastorno caracterizado por delirios agudos, ansiedad, sentimientos de persecución y diversas afecciones psicosomáticas como mareos y sudor, entre otras. Por alguna razón, los turistas japoneses son mucho más susceptibles a este desorden, conocido como el Síndrome de París.
Explicación completa
Señalado por primera vez en 1986 por un psiquiatra japonés llamado Hiroaki Ota, el síndrome de París afecta a una porción muy diminuta de los seis millones de visitantes anuales de la capital francesa. De hecho, según Miyupi Kusama, un administrador de la embajada japonesa en París, sólo se producen 20 casos cada año. (También parece afectar a las mujeres de treinta años más que a cualquier otra edad o género). Cuando se les aflige, las víctimas sufren de una serie de males, incluyendo alucinaciones, delirios, paranoia, ansiedad y sentimientos de persecución. También se producen manifestaciones físicas: mareos, sudoración y taquicardia (una frecuencia cardíaca que excede el rango normal).
Aunque no se ha descubierto explícitamente una fuente, se cree ampliamente que el choque cultural de la experiencia japonesa es una de las principales causas del trastorno. En Japón, la cultura dicta que un cliente debe ser tratado con alta estima, pero cuando los turistas visitan París, se les trata con desdén o desprecio absoluto. Además, las revistas japonesas tienden a romantizar la ciudad, proclamándola como un bastión de civismo, sofisticación y belleza. (Muchas de las fotos o artículos que representan a París dan la ilusión de que todos en la ciudad son supermodelos, vestidos con las mejores ropas).
Otra causa, quizás más probable, es el simple hecho de que la mayoría de los turistas japoneses no hablan una palabra de francés. Esto hace que sea extremadamente difícil para ellos comunicarse, lo que lleva a relaciones mucho más informales de lo que los japoneses están acostumbrados, en marcado contraste con la rígida estructura de la sociedad japonesa. Se dice que el jet lag juega un factor, pero no puede explicar el hecho de que estos síntomas sólo parecen afectar más a los turistas que visitan París que a los que visitan otras ciudades o países. Y sólo hay una cura real para el síndrome de París: Salir y no volver nunca.
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