“No trucos, Michael, ilusiones.” -Gob, Arrested Development
En el año 1140, el rey Conrado III sitió el castillo Weinsberg, situado en Baviera, y finalmente derrotó al duque Welf VI. En un acto de misericordia, Conrado aceptó dejar a las mujeres de Weinsberg en libertad sin daño alguno. Las mujeres lograron convencerlo de que les permitiera llevarse lo que pudieran llevar consigo, y él accedió. Pero en lugar de llevar comida o dinero, se las arreglaron para burlar a Conrad y llevaron a sus maridos sobre sus hombros, salvando sus vidas en el proceso.
Explicación completa
En Baviera, Alemania, en 1140, el Rey Conrado III, sobrino del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Enrique V, sitió el Castillo Weinsberg, hogar del Duque Welf VI. El castillo estaba a punto de caer, y la gente a punto de ser invadida y masacrada por el rápido avance del ejército de Conrad. Finalmente, Conrad tomó el castillo y añadió otra entidad a su creciente reino.
Conrad tenía la intención de matar o mantener como prisioneros a los hombres de Weinsberg y quemar todos los edificios, ya que no habían cedido a sus demandas, y en su lugar eligieron luchar. Era un hombre de palabra, después de todo, y cada emperador o rey tiene que llevar a cabo amenazas para mantener su poder.
Pero después de que algunos de los representantes masculinos de Weinsberg le rogaron que permitiera que sus mujeres permanecieran ilesas, Conard, en un momento de misericordia y bondad, accedió a dejarlas ir antes de que él matara a los hombres y arrasara completamente la ciudad. Después de todo, las mujeres no eran sus enemigas ni una amenaza.
En otro acto de caridad permitió que las mujeres se llevaran su más preciada posesión, proclamando que no iba a hacer que pasaran hambre en el camino después de haber saqueado sus casas. Les dio un plazo para recoger sus cosas e irse antes de que matara a sus maridos y quemara sus casas. Lo que no podía anticipar es que estas mujeres se burlarían completamente de él, volviendo este propio acto de misericordia contra él.
Cuando llegó la fecha límite y las mujeres se reunieron en las puertas de la ciudad, Conrad se sorprendió al ver que las mujeres no llevaban oro, comida o ropa, sino que tenían a sus maridos, hijos u otros miembros masculinos de la familia colgados de sus espaldas. De nuevo, Conrad era un hombre de palabra, y la escena le conmovió hasta el punto de que les permitió con gusto abandonar la ciudad, salvando tanto a los hombres de la ciudad como a la propia ciudad en el proceso.
Más información
NY Times Archivos: Las mujeres de Weinsberg recordadas
El Centinela de Milwaukee : Cómo las chicas de Weinsberg superaron al Emperador
Las esposas de Weinsberg